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lunes, 10 de agosto de 2009

Historia del periódico conservador EL Nuevo Siglo

Medellín, 10 de agosto de 2009

Me parece importante dar a conocer a nuestros seguidores la trayectoria de el periódico conservador El Nuevo Siglo. Eso hace parte de la formación política indispensable para las nuevas generaciones que requieren orientación para las próximas elecciones. La información se ha tomado del mismo periódico


Breve historia de un periódico


70 años de lucha

Mucho ha corrido por las venas del periódico durante éstas siete décadas. Entrelazado íntimamente con el devenir nacional, su historia se entrevera con los acontecimientos como protagonista, intérprete o víctima. Hoy es una empresa sólida y en ascenso, cuyo derrotero sigue siendo el mismo de su fundación: la convicción de que lo noble y bueno es lo mejor para Colombia, pese a todos los sacrificios que ello demande.

Antecedentes

El país ha sido ejemplo de comunión entre la política y el periodismo. No sólo El Libertador fundó el Correo del Orinoco, que era una de sus joyas más preciadas. También Antonio Nariño con sus notas de La Bagatela fue hombre clave de la primera independencia. Desde entonces el hecho de que la política y el periodismo se combinaran como expresión de una misma naturaleza ha sido característica genital y manifestación ulterior del espíritu colombiano.
Una vez desaparecidas las generaciones que habían combatido en la independencia, el país se encuentra con un olimpo de hombres que hacían de la política un ejercicio intelectual permanente. De allí que los periódicos tuvieran tanto brillo y fueran el conducto regular de las ideas. Entre los políticos que así lo hicieron destacó Rafael Núñez, un periodista y escritor que básicamente le enseñó a la nación en sus varias presidencias que se podía gobernar bien sin charreteras.
A su lado surgieron figuras estelares, asociadas a las letras, entre ellas Miguel Antonio Caro. En los mandatos de Núñez y Caro prosperó la paz frente a la idea consuetudinaria de que la contienda bélica producía frutos de bendición.
Más tarde, desbocada la Guerra de los Mil Días, ésta se demostró tan nociva que además de acabar con el país, indujo a la escisión de Panamá. Sobrevino la dictadura de Rafael Reyes, pero recuperada la democracia se logró la paz durante un lapso prolongado.
En ese trayecto surgieron algunos de los periódicos que perviven hasta hoy, cuando el país cambió la imposición de Constituciones a mano armada por el reformismo, y los diarios se convirtieron en órganos de combate.
En ese escenario nace El Siglo, en 1936, heredero del impreso que veinte años antes se llamaba La Unidad, y que hoy lleva la enseña de El Nuevo Siglo por todo lo que ella pueda comportar en modernidad periodística.
Inicios
Dos presidentes de la República, y varios senadores y ministros se cuentan entre los 17 directores que, por largos períodos o en intervalos de crisis, orientaron el diario en el curso de los últimos 70 años.
En la historia del periódico aparecen cierres forzados por la dictadura o por decretos presidenciales, el incendio y saqueo de su edificio y maquinaria, etapas de sometimiento a la censura de prensa, y el secuestro y más tarde asesinato de uno de sus más emblemáticos directores, entre otras vicisitudes. Todo ello bajo la consigna de doblegar su carácter o pretermitir su independencia.
El primero de los Presidentes, Laureano Gómez, fundó el periódico bogotano al lado de José de la Vega, el 1º de febrero de 1936. Gómez procedía de una familia ocañera y de la Vega de una cartagenera, ambos nacidos en 1889. Laureano, a sus 47 años, tenía tras de sí la estela de hombre combativo, tribuno que había depuesto al presidente Marco Fidel Suárez, ministro de Obras que había adelantado ingentes labores de progreso y senador que había proclamado la oposición al gobierno de Olaya Herrera por los brotes de violencia sin contención gubernamental.
Ahora, luego de dos años de la primera administración de su amigo liberal, el presidente Alfonso López Pumarejo, Gómez se declaraba engañado y retomaba la vía periodística con la fundación de un nuevo periódico, heredero de La Unidad. Resentía la falta de garantías electorales en el país y aducía que la democracia era inviable a punta de violencia y cédulas falsas.
“Para servir los intereses nacionales en su más alto sentido, aparece éste diario, que aspira a ejecutar su empeño en forma en que todo colombiano vea en el esfuerzo que su sostenimiento implica una contribución generosamente inspirada en el progreso moral y material de nuestra República”, decía el primer editorial de El Siglo.
La codirección entre Laureano Gómez y José de la Vega se mantuvo hasta la muerte del último, el seis de agosto de 1945. Un año antes, cuando el primero hubo de salir exilado al Ecuador por una demanda gubernamental que procuraba acallar el periódico, lo reemplaza su hijo, Alvaro Gómez Hurtado, que debe abocar la censura por el fracasado golpe de Pasto, ganando el pleito en los tribunales.
En ese trayecto de nueve años, en el que preponderaba la abstención conservadora, las tribunas de El Siglo suplieron las parlamentarias. El periódico se convirtió en un efectivo órgano de oposición a la autodeclarada República Liberal, hasta la renuncia de Alfonso López Pumarejo a su segundo mandato, ya con Laureano Gómez de regreso a la dirección del diario. En el lapso fueron memorables sus denuncias sobre el Concordato, el escándalo del régimen por la muerte de un ex policía llamado Mamatoco, sus editoriales contra la reelección presidencial –que llamaba el regobierno-, el lanzamiento del liberal Carlos Arango Vélez contra la segunda aspiración de López y la orientación política a través de las páginas del periódico.
Los diarios de origen liberal defendían la obra de sus dirigentes, aún en medio de las constantes fricciones en el seno de su partido. Pese a que el director de El Siglo era el monstruo para muchos, las divisiones y los epítetos entre los liberales adictos a López, Eduardo Santos o Jorge Eliécer Gaitán eran peores. El último, por ejemplo, era más amigo de Gómez que de cualquiera otro en la cúpula de su partido. Incluso Gaitán, famoso por convocar los viernes a jornadas oratorias en el teatro Colombia, pasaba primero a la redacción de El Siglo, donde departía largas horas con las directivas y los periodistas. Luego se dirigía al teatro y de allí sus partidarios salían a apedrear el periódico, sin saber de las buenas relaciones. Era lo que llamaban los “viernes culturales”.

Convulsión

En ese ambiente, donde los dos partidos tradicionales eran la palanca del poder, igual en el gobierno que en la oposición, Gómez patrocinaba desde El Siglo a Gaitán, mientras el oficialismo liberal apoyaba a Gabriel Turbay y los sectores lopistas se marginaban de la contienda por sentirse traicionados. En ese orden de cosas, cuando la división liberal parecía indefectible, Gómez decide lanzar, desde El Siglo, la candidatura de Mariano Ospina Pérez y abstenerse de la suya, que sonaba lógica a todos los sectores del conservatismo.
Al ascenso de Ospina, en 1946, el director del diario, Laureano Gómez, se dedica a la organización de la Conferencia Panamericana, primera de su índole después de la Segunda Guerra Mundial, y escribía a favor de la unidad nacional. Gómez vivía en un apartamento en el último piso del periódico, cuando no estaba en su casa en las afueras capitalinas, por la salida de Fontibón. A su lado fungía de codirector el senador y ministro pastuso, José Elías del Hierro.
Cuando Gómez pasa a ocupar la Cancillería, en marzo de 1948, llega a la dirección única Hernando Uribe Cualla, abogado y político reconocido, y una de sus manos derechas. Semanas después ocurre la hecatombe del 9 de abril, en plena Conferencia Panamericana.
En ese maremagno de hechos encontrados, suscitados a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, Gómez y El Siglo son víctimas principales del turbión de los acontecimientos: el primero vuelve a salir al exilio y el diario es destrozado, con sus directivas y reporteros constreñidos a la dispersión o el destierro.
La tarea de rehacer el periódico recae en manos de su gerente, Luis Enrique Uribe Cualla, coadyuvado por Rafael y Enrique Gómez Hurtado. De regreso de la embajada en Suiza, donde lo había tomado por sorpresa el 9 de abril, Alvaro Gómez Hurtado se une al grupo y como director encargado lidera la reconstrucción del diario hasta conseguir nueva maquinaria y equipo, pues por la crisis sólo se editaba externamente en cuatro hojas para ondear el nombre y la lucha periodística.
Nombrado director titular en 1949, Gómez Hurtado se mantiene en el cargo hasta el 23 de enero de 1953, cuando lo designan embajador en Roma. El periódico vuelve a circular e influir de modo profuso, una vez comprada e instalada la nueva rotativa.
En el interregno de la campaña que lleva a Laureano Gómez a la presidencia, en 1950, a Gómez Hurtado lo reemplaza por unos meses Eduardo Lemaitre, ex director de El Fígaro cartagenero, político, historiador y escritor de notable valía. Tres años después, a la salida de Gómez Hurtado a Roma, lo sucede Joaquín Estrada Monsalve, senador, ministro y ex director de La Patria de Manizales.

Persecución

Durante la dirección de Estrada Monsalve se produce el golpe de Estado del teniente general Gustavo Rojas Pinilla contra el mandatario titular, ocurrido el 13 de junio de 1953. El Presidente Laureano Gómez y su familia salen hacia el exilio en Nueva York y luego a España. Estrada Monsalve, en una extraña actitud, pretende que El Siglo se sume a la conjura rojista al contrario del querer de sus propietarios. Es sustituido por el bogotano Gabriel Carreño Mallarino, reconocido por sus doctas maneras y su capacidad jurídica.
Entonces Rojas le hace una oferta de compra del diario a los Gómez, pero estos se niegan. El dictador cita desde el exterior a Enrique Gómez, pero de nuevo deniega la venta, por lo cual lo somete a escarnio público en la plaza de Bolívar ante una multitud ensoberbecida.
El director Carreño, más tarde magistrado de la Corte Suprema de Justicia, es apresado por el régimen durante un par de días, que ejemplifica el mensaje de la dictadura. Lo sustituye el antioqueño Belisario Betancur, que de subdirector pasa a director, y quien debe afrontar la orden de cierre dada por el régimen, el cuatro de agosto de 1953. En ese momento se dedica a la clandestina resistencia antirojista, haciendo parte del Batallón Suicida. Betancur fue Presidente entre 1982 y 1986.

Reaparición

El Siglo reaparece el 10 de mayo de 1957, tras la caída de la dictadura. Laureano Gómez elige a Guillermo Gómez Moncayo para ocupar la dirección, un periodista de escuela, típico de la profesión, ajeno a los avatares de la política, pero a quien premia con el cargo por su denodada firmeza contra la dictadura, tras ocupar la dirección del Diario Gráfico, un tabloide fotográfico emanado de lo periodistas y amigos de El Siglo en el interregno dictatorial.
Comienza el Frente Nacional. Después de la muerte de Laureano Gómez, en 1965, se presentan algunas modificaciones accionarias. Hacia el final de esa década se nombra un triunvirato en la dirección, compuesto por el connotado industrial vallecaucano, Alvaro H. Caicedo, el ex candidato presidencial costeño Alfredo Araújo Grau y el empresario bogotano Ignacio Escallón. La dirección tripartita, que también se rota la gerencia, actúa ocho años, hasta 1976, cuando Alvaro Gómez Hurtado reingresa a la dirección, luego de ser varias veces senador y de su primera campaña presidencial.
Alvaro Gómez moderniza el periódico, y lo vuelve a poner a la altura de los diarios más influyentes, ayudado por un grupo de jóvenes que después descuellan en diversos medios y con el veterano periodista Rafael Bermúdez de baluarte en la jefatura de redacción. En la subdirección actúa Juan Diego Jaramillo y en la dirección dominical, María Isabel Rueda.
En 1983, Gómez es designado embajador en Washington por Belisario Betancur y lo sustituye el bogotano Gabriel Melo Guevara, ministro y luego senador. A su lado actúan Guillermo Gómez Moncayo de Editor y Mario Jaramillo de subdirector.
Tras regresar al país y presentarse a una segunda justa presidencial, Alvaro Gómez reingresa al periódico en 1987, con dirección adjunta del ex parlamentario vallecaucano Gerardo Bedoya Borrero, una década más tarde asesinado por sus escritos en El País, de Cali, en favor de la extradición. Rafael Bermúdez pasa a Editor y Gómez nombra en la jefatura de redacción al joven bogotano Juan Gabriel Uribe Vegalara, quien venía de ser su secretario privado.
Al año, el director titular es secuestrado por comandos guerrilleros del M-19. El jefe de redacción y el senador Alvaro Leyva Durán logran entablar diálogos con los secuestradores, a instancias de la familia Gómez, y obtienen su liberación después de tres meses de conmoción en todo el país y la apertura por parte del gobierno de un diálogo nacional.

Hacia El Nuevo Siglo

Posteriormente, desde la dirección de El Siglo, Gómez participa de la idea de convocar una Asamblea Nacional Constituyente para desbloquear la crisis colombiana. En la directiva del diario lo acompaña el experimentado periodista Arturo Abella de coordinador editorial, en reemplazo de Gerardo Bedoya, que regresa al Valle del Cauca, y asciende a Uribe Vegalara a Editor General. Luego, en 1990, crea el Movimiento de Salvación Nacional y se lanza a una tercera candidatura presidencial.
Entonces lleva a la dirección del periódico al caldense Rodrigo Marín Bernal, también ministro y senador, y de antemano respalda la idea del Editor de crear El Nuevo Siglo. Consiste en hacer de El Siglo un periódico tabloide, moderno en su presentación y amplio en el análisis, inmerso en los vientos positivos que se respiran al convocarse la primera Constitución de consenso en la historia colombiana y proclive a los cambios que Gómez venía proponiendo de tiempo atrás.
Gómez, tras su tercera candidatura presidencial, participa como copresidente de la Constituyente y luego César Gaviria lo nombra embajador en París, después de que Marín y Uribe Vegalara dan inicio a El Nuevo Siglo con su constante consejo.
Marín deja la dirección de El Nuevo Siglo, a fines de 1991, para dedicarse a las faenas del Movimiento de Salvación Nacional y relanzarse al Senado. Antes de viajar a París, Gómez le ofrece la dirección del diario al bogotano Juan Pablo Uribe Uribe, hijo de Luis Enrique Uribe Cualla y padre de Juan Gabriel. Juan Pablo es periodista nato, pese a ejercer de senador y representante a la Cámara en su juventud, y dedicar parte de su vida a exitosas empresas comerciales. Desde la fundación del periódico, la familia Uribe se ha asociado con los Gómez en diversas generaciones, paulatinamente inyectan capital y para Juan Pablo no es extraño ni el ejercicio periodístico, ni las vicisitudes de la política, mientras Juan Gabriel se retira de Editor General y se dedica a sus labores en el Concejo de Bogotá.

Magnicidio

A su regreso de Francia, Alvaro Gómez reingresa al periódico como Presidente del Consejo Editorial. Con Juan Pablo Uribe conforman una dupleta que se hace famosa por los editoriales en la crisis del denominado proceso 8,000. Gómez pide cambiar lo que llama el Régimen y en medio de sus embates intelectuales de prosa diáfana y contundente sicarios lo asesinan vilmente a la salida de una de sus clases en la Universidad Sergio Arboleda, el dos de noviembre de 1995. El Nuevo Siglo, imbuido del luto por el magnicidio de su mentor, no ceja en la denuncia del Régimen, bajo la dirección y lumbre de Juan Pablo Uribe.
En esa tarea lo acompaña posteriormente Juan Gabriel, que reasume el cargo de Editor General, con Claudia Bermúdez de jefe de redacción. Doña Elvira Vegalara de Uribe pasa a ser presidenta de la Junta Directiva, tras una satisfactoria labor del empresario Aurelio Martínez Canabal, y doña Margarita Escobar de Gómez, esposa del inmolado líder conservador, pasa a ser presidente honoraria de la editorial.
Luego el primer mandatario Andrés Pastrana llama a Juan Gabriel a la consejería presidencial y lo nombra negociador de paz. Después se posesiona de su curul en el Senado de la República. De 1997 en adelante, los diarios son los primeros en sufrir los rigores de la recesión económica. Algunos de ellos se cierran o pasan a ser semanarios. El Nuevo Siglo resiente la crisis, pero la sortea gradualmente con éxito.

Nueva etapa

En el 2003, la dirección es compartida entre Juan Pablo y Juan Gabriel Uribe, que regresa a sus tradicionales labores periodísticas. A la muerte del primero, en 2004, el último asume la dirección plena, con el reconocido historiador Alberto Abello de Editor General y el acreditado periodista Oscar Montes de asesor editorial. Lo sigue acompañando Claudia Bermúdez en la jefatura de redacción y asciende a José Peñuela a la jefatura de información. Invita al caldense Jaime Hoyos Gutiérrez, hijo del recordado periodista Darío Hoyos, a la gerencia, fruto de una hoja de vida envidiable en el sector bancario, administrativo y comercial. Con ese grupo, además de una planta de periodistas jóvenes y dinámicos, una nómina seleccionada por idoneidad y méritos, y una Junta Directiva diligente y eficaz, El Nuevo Siglo moderniza su infraestructura y producción, y sextuplica sus cifras en tres años. Hoy es reconocido por Andiarios como el periódico de mayor crecimiento proporcional en el país, muy por encima de los porcentajes del sector y de la economía en general.
Al cumplir 70 años, el periódico goza de una influencia no prevista en mucho tiempo. Primer diario de análisis y opinión, su formato tabloide a color sobresale como uno de los primeros en adoptarlo en América Latina, cuando precisamente en la actualidad los principales diarios europeos y del mundo hacen la obligada transición a éste tamaño. En tres ocasiones, el diario ha debido ampliar la envergadura de su publicación virtual, a raíz de la voluminosa demanda nacional e internacional. Su énfasis político, reconocido en el país por su cubrimiento integral y amplio, no desdice de su extensa oferta informativa diaria, que además incluye magazines sobre los más variados aspectos y una edición dominical de categoría. Sus páginas de opinión concentran los comentarios de las más diversas vertientes políticas nacionales al más alto nivel posible, pero también otorga oportunidades a la juventud. Sus editoriales permanecen como un espacio para la independencia y la crítica constructiva, además de conservar un modo particular de ver las cosas.
Al recorrer las primeras siete décadas de camino, El Nuevo Siglo está listo para continuar el legado de sus mayores, mantenerse y ensancharse como empresa, y acrisolarse en las virtudes de su temperamento: autonomía y carácter. No está mal que lo digamos, fruto de una trayectoria de tanta gente, tantos colaboradores pasados y presentes, tanto esfuerzo mancomunado y gratificante, porque decir bien del deber cumplido no debe ofender sino exaltar. Y todo eso puede decirse con humildad.

(Tomado de el libro “El Nuevo Siglo 70 años de historia 1936-2006”)

1 comentario:

  1. SOS OBISPOS DE APARTADO, ISTMINA-TADO Y QUIBDO
    Crisis Humanitaria del CHOCO
    https://www.youtube.com/watch?v=mD87t3iyWMY comunicarme con Juan Gabriel Uribe Vegalara para pedir ayuda tecnica para resolver

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